Construida
en honor a San Roque, de quien se cuenta que siendo un peregrino, al
ejercer la caridad con los apestados, se contagió. Retirado a
un monte, Ya agonizando, un perro comienza a llevarle pan y milagrosamente
brota agua del suelo para saciarle la sed, lo que alarga su vida. Aparece
un ángel que le cura la herida. Murió en el año
de 1327 y su fiesta se celebra el 16 de agosto.
Ante la calamitosa presencia de la fiebre amarilla en Cartagena, el
Cabildo ordenó que se erigiera un templo en honor del santo en
el barrio de Getsemaní, cuya construcción se finalizó
en 1674 y todavía se conserva restaurada.